La noche del martes 27 de mayo, el escenario fue testigo de una de las experiencias teatrales más audaces y emocionantes del año: “Conejo blanco, conejo rojo”, la obra que se presenta sin ensayo, sin dirección y sin red de seguridad. En esta ocasión, la encargada de enfrentar el desafío fue la reconocida actriz Bárbara Torres, quien logró emocionar y sorprender al público con su valentía, espontaneidad y entrega.
Un guion desconocido, una función única
La obra, escrita por el iraní Nassim Soleimanpour, parte de una premisa radical: el actor o actriz no conoce el texto hasta que lo abre en el escenario, frente al público. Torres recibió el sobre con el guion sellado, lo abrió ante todos y leyó en voz alta, interpretando cada palabra sin haberla visto antes.

“Esto fue un salto al vacío, pero lo disfruté muchísimo”, dijo la actriz al final de la función, visiblemente emocionada y entre aplausos.
Bárbara Torres brilló sin red
Con una mezcla de humor, vulnerabilidad y control escénico, Bárbara navegó por las páginas del texto con la naturalidad de quien domina el arte de improvisar sin perder profundidad. El público respondió con risas, silencios expectantes y una ovación cerrada.
Teatro experimental que conecta
“Conejo blanco, conejo rojo” no es una obra tradicional. Es un experimento que combina actuación, filosofía, participación del público y reflexión. A través de juegos, preguntas y giros inesperados, la función confrontó temas como la obediencia, la libertad y la identidad.

Una noche que no se repetirá
Lo más impactante de esta obra es su carácter irrepetible. La función de anoche, con Bárbara Torres como protagonista, nunca volverá a presentarse de la misma forma. Cada actor da vida al texto de una manera distinta, y cada público reacciona de manera única.
Quienes estuvieron presentes anoche vivieron algo irrepetible: una actriz enfrentándose al misterio, en vivo, con el corazón abierto y el talento como único escudo.