«El mismo momento en que dudes de que eres capaz de volar, ya no podrás hacerlo nunca más»: Peter Pan
Nadie nacemos con un instructivo de ser, cada día vamos aprendiendo las cosas más sencillas de la vida, esta película nos dice que nunca se es suficientemente grande para seguir aprendiendo, para mí, es lo más importante y simple de la vida lo que tristemente se va olvidando.
La intención de esta columna es nuevamente dar mi opinión y no una sinopsis, esta vez sobre una película basada en una historia real que al comenzar a ver dudé de si me gustaría o no y al terminarla quise saber más de esta persona que me inspiró, la verdad, al ver tantos puntos positivos de él, yo, al igual que Lloyd Vogel, (personaje sobre el que se centra la película) intenté encontrar el gato encerrado, pero no encontré nada negativo, al contrario, la película no logró plasmar todo lo bueno que encontré sobre Fred Rogers y claro, nadie somos perfectos pero para mí, Mr. Rogers realmente se merece ser descrito como lo fue en «Un buen día en el vecindario».
Mr. Rogers fue un presentador de televisión, marionetista y educador estadounidense. Durante treinta y tres años su programa para niños «Mister Rogers», abordó temas sobre el desarrollo emocional en la infancia como la muerte, el racismo, el divorcio, entre otros. Escribía sus propias canciones y tenía diversos personajes. Iniciaba el programa con un saco de vestir y zapatos formales y los cambiaba ante los televidentes por un icónico suéter rojo y tenis, como poniéndose cómodo para jugar.
Lloyd, con quien inicia la historia, se caracterizaba por ser un periodista de crítica fuerte; el tener que entrevistar a Fred Rogers no era algo que le entusiasmara en un principio y Mr. Rogers le puso la situación aún más complicada, ya que cada que Lloyd intentaba realizar una pregunta, el presentador del programa de televisión para niños le daba largas, parecía interesarse más por la vida del periodista que por ser él, el centro de atención.
Tal como lo muestra la película, pareciera que la historia gira en torno a Vogel, pero es Mr. Rogers quien singularmente dejó en él y en mí más de un sentido positivo; me recordó ser niña de nuevo y ser niñ@ otra vez para mí, es volver a la raíz de quien soy, sin tantas de las «manchitas» de las que te vas llenando cuando vas creciendo, ni las «piedritas» que vas guardando en los bolsillos.
Al parecer la vida de Lloyd era muy buena cuando inició la película, incluso ganó un premio por su profesión. Coincidentemente comienza la entrevista con Mr. Rogers al tiempo en que su padre (quien lo abandonó cuando él era muy joven y en un momento muy complicado en su vida) reaparece para hacerse presente en la boda de su hermana, el periodista aún guarda muchos resentimientos hacia su padre y es Mr. Rogers la persona que entre todas las entrevistas que le hace va desenredando la verdad.
Para mi, Lloyd reflejaba su enojo contra su padre en el trabajo y quiso hacerlo también con Mr. Rogers, ya que le hacía muchas preguntas, siempre intentando encontrar algo negativo; una de las preguntas que para mí fue de las más relevantes es ¿Cómo podía el estar siempre feliz? ¿Acaso nunca se molestaba? a lo que Mr. Rogers respondió que sí tenía momentos así, y lo que hacía era tocar las teclas graves de su piano o nadar y aunque tenía la respuesta, Lloyd siguió insistiendo, ya que no era la respuesta que esperaba, pero Mr. Rogers sabía que en su pregunta había algo más y por ello comenzó a preguntarle si él tuvo algún «amiguito», mostrandole un par de muñequitos.
Mr. Rogers logró que Lloyd tirara algunas piedras que traía, pues no lo dejaban avanzar, su papá los había buscado porque estaba enfermo y quería su perdón, Lloyd pasó los últimos días de su papá en casa con toda la familia, (su hermana, su cuñado, su esposa y su hijo) a pesar de que él dejó a Lloyd y a su hermana cuando su mamá estaba a punto de morir para irse con otra mujer, a quién también el periodista escucho y perdonó.
Lloyd pudo haber decidido no perdonarlo y no pasar ese tiempo con él, pero su papá simplemente hubiera muerto y Lloyd es quién hubiera vivido siempre con ese enojo. Mr. Rogers los fue a visitar y les llevó un postre. A pesar del trato del periodista hacia Fred le extendió su amistad.
Como un show de la década de los 60, tal como un programa para niños, con canciones, con fotografías de su amigo Lloyd, muñecos que hablaban y cantaban, tal cómo lo vi después en algunos documentales sobre Mr. Rogers, «Un buen día en el vecindario» dice mucho, habla sobre el perdón, amistad, amor, familia, unidad, igualdad, empatía, crecer y seguir siendo joven, dejar el orgullo de lado y solo puedo decir que si por un momento te parece ridículo la forma en que se presenta, es una señal de que deberías ver esta película.
Algo que me pareció increíble es cómo se retrató el programa real en la película, en el personaje de Fred Rogers interpretado por Tom Hanks y es en ello en lo cual también radica el valor del filme, incluso pude encontrar una de las escenas del programa dentro de la cinta, en donde Mr. Rogers no puede armar una casa de campaña, la película es un reflejo de este señor del que te quedas deseando saber y aprender más.
Cuando terminé de ver «Un buen día en el vecindario» encontré la frase de la imagen anterior y me inspiró a seguir escribiendo y a determinar sobre lo que sí y sobre lo que no escribiría, y pensé, no importa cuántas personas me lean, es este sentido en el que quiero caminar; en su esencia descubrí la dirección en que quiero dirigir mi voz. Mr. Rogers tenía una forma peculiar de decir «I love you».
Es muy complicado describir lo que me conmovió, me motivó y me dejó reconocer sobre mí este personaje; como persona y como miembro de una familia y de una comunidad, todos deberíamos ser un Mr. Rogers, todos deberíamos ser buenos vecinos y querer hacer pasar a los demás un buen día en el vecindario.