Es increíble como un pequeño cuento, unas cuantas hojas y tan sólo unas dos mil palabras, pueden tener dentro tantos significados, tantos que no he logrado descifrarlos todos, “El ruiseñor y la rosa” es un texto que logra estremecer con unas cuantas páginas y en un sólo acto puede describir perfectamente el Amor.
Quise escribir acerca de Oscar Wilde y justo de este cuento en este mes, un mes dedicado a la libertad de amar, no recuerdo cuando fue la primera vez que lo leí, pero sí recuerdo que sin duda me estremeció tanto que jamás lo he olvidado y es que como dije, en cada palabra escrita hay un trasfondo. En éste, como en mucho de lo que escribe habla sobre el Amor pero sobre todo detona en la fantasía su homosexualidad.
“El ruiseñor y la rosa” fue publicado en 1888, si se quiere analizar metafóricamente, este cuento tiene muchas tonalidades y a la vez, de manera literal, tal cual es narrado es desgarrador; yo leí este cuento cuando era niña y es por ello que sólo pude ver en él, un sacrificio que el ruiseñor hizo por Amor, por un Amor que yo interpreto le tuvo al estudiante y como dijo el ruiseñor, “El Amor es mejor que la vida”, porque una vida sin Amor no es vida.
Oscar Wilde describió de forma sublime cómo es que el ruiseñor y la rosa hicieron el Amor, de una forma tan distinguida y poética que para un niño es imperceptible, aunque a mí me parece increíble cada palabra y cito un pequeño fragmento, “Entonces tuvo una última explosión de música. Al oírla la luna blanca se olvidó del alba y se demoró en el horizonte. Al oírla la rosa roja tembló de éxtasis y abrió sus pétalos al frescor de la mañana. El eco llevó la canción a la caverna de las montañas, y despertó a los pastores dormidos”.
No logré percibir esos detalles la primera vez que leí este cuento, pero sí pude percibir que el ruiseñor amaba al estudiante y se sacrificó, dio su vida por él, por su felicidad y por el Amor; a pesar de que al estudiante le gustaba el canto del ruiseñor, no entendía lo que decía, y además, pensaba que su canto estaba vacío, que nada significaba. Lo que me dice que a veces valoramos más lo que la sociedad marca como belleza y que desapercibimos los pequeños detalles, la verdadera belleza, lo que en verdad existe y que no vemos, porque el estudiante dice, “¡Qué cosa más estúpida es el Amor!… No es ni la mitad de útil que la Lógica, porque no demuestra nada y le habla a uno de cosas que no suceden nunca, y hace creer verdades que no son ciertas…”.
Y sí, son ciertas, hace falta olvidarnos de lo que deseamos, de nuestro egoísmo y pensar en todo lo hermoso que tenemos, hasta el viento que nos rodea puede ser el último aliento que dio el ruiseñor por Amor y nosotros no nos damos cuenta, en esta época muchos nos dejamos perder por el vestido nuevo y por las joyas de “verdad” de la hija del profesor y otros, como el estudiante, pensamos que la Lógica es más útil que el Amor, pero pienso igual que el ruiseñor, “El Amor es más sabio que la Filosofía, por muy fuerte que ella sea. Las alas del Amor son llamas de mil tonalidades, y su cuerpo es del color del fuego. Sus labios son dulces como la miel, y su aliento es como la mirra silvestre” y cuando más se entregaba el ruiseñor “Más y más impetuosa era su canción, porque cantaba el Amor sublimado por la muerte, el Amor que no puede aprisionar la tumba”.
Desde este cuento Oscar Wilde pintaba tintes de homosexualidad en sus obras, pero fue en 1895, cuando se encontraba en la cima de su carrera, que fue juzgado por tener amoríos con el hijo del noveno marqués de Queensberry, lord Alfred Douglas, a quién en prisión le escribió una extensa carta, “De profundis”, fue publicada 5 años después de la muerte del poeta y en ella expresó el Amor que le tenía, “A pesar de tu conducta hacia mí, siempre he sentido que en el fondo me amabas”. Este mes dedicado a la libertad del Amor, quise hablar de Oscar Wilde, que por fortuna su contexto nos dejó textos estremecedores y desafortunadamente, no fue total y claramente libre de expresar sus sentimientos. Hoy espero que poco a poco los prejuicios se desvanezcan por Amor, como se desvaneció el canto del ruiseñor bajo la luna en su carroza de perlas.